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Amnesia disociativa más allá de las evidencias sobre el funcionamiento de la memoria

Traducción de:  Manzanero, A. L. & Palomo, R. (2020). Dissociative amnesia beyond the evidence about the functioning of memory. Anuario de Psicología Jurídica, 30, 43-46. https://doi.org/10.5093/apj2019a14  


Amnesia disociativa más allá de las evidencias sobre el funcionamiento de la memoria

Antonio L. Manzanero

Rubén Palomo

Universidad Complutense de Madrid



Resumen

Se ha debatido largamente sobre la realidad de las memorias disociativas. Desde perspectivas clínicas se ha apoyado la existencia de este fenómeno que se ha intentado extrapolar a contextos legales. Sin embargo, existe poca evidencia para poder confirmarlo, al tiempo que las memorias disociativas o reprimidas irían en contra del funcionamiento normal de la memoria. La confusión entre psicología clínica y psicología forense, una inadecuada definición de amnesia, la carencia de un completo conocimiento de los mecanismos de la memoria, y los problemas inherentes a la investigación sobre las memorias traumáticas explicarían la falta de acuerdo.

Keywords: Dissociative Amnesia, Traumatic Memory, Repression, Repressed Memory


La controversia en torno a la amnesia disociativa en contextos forenses ha generado de nuevo una interesante discusión (Brand et al., 2017a, b, 2018; Patihis, Ho, Loftus, & Herrera, 2018; Merckelbach, & Patihis, 2018; Patihis, Otgaar, & Merckelbach, 2019), bajo la denominación de la “guerra de la memoria” (Loftus, 2004), que ya parecía cerrada hace tiempo (Freyd, Klest, & DePrince, 2010; Lindblom & Gray, 2010; Loftus, 1993; Loftus & Ketcham, 1996).

Resulta relevante esta discusión en contextos forenses, donde la aceptación del fenómeno de las memorias reprimidas y luego recuperadas puede inducir a errores judiciales, cuando en realidad podría tratarse de falsas memoria causadas por malas prácticas en el intento de conseguir que las víctimas “recuerden” hechos que no han tenido lugar (Loftus, 2004). Sin embargo, no se trata solo de si los tribunales aceptan estas teorías (Patihis et al., 2019), ya que en este ámbito debiera estar muy claro. La teoría sobre las memorias reprimidas o amnesias disociativas no cumplen con los criterios establecidos en Daubert vs. Merrell Dow Pharmaceuticals, Inc. (1993), por lo que no debieran ser consideradas por los tribunales. Es preocupante el ruido y la desinformación que generan entre los profesionales la falta de acuerdos sobre las evidencias científicas.

Se pueden observar varios elementos que llevan a mantener la existencia de las falsas amnesias disociativas: a) la confusión entre psicología clínica y psicología forense, b) una inadecuada definición de amnesia y la carencia de un completo conocimiento sobre los mecanismos de la memoria (específicamente de las memorias traumáticas), y c) los problemas inherentes a la investigación sobre estas últimas.


Psicología Clínica vs. Psicología Forense 

La psicología clínica y la psicología forense son dos disciplinas no solo diferentes sino en muchos aspectos contrarias (Greenberg & Shuman, 1997). Las dos disciplinas difieren fundamentalmente en sus objetivos, en la relación entre evaluador y evaluado, en estándares y requisitos, y en métodos. El concepto de amnesia disociativa puede ser útil en la intervención psicoterapeútica, pero de ninguna forma puede ser aplicado a la psicología forense, que únicamente debe basarse en evidencias científicas. Lo relevante es lo que hay detrás de ese concepto.

En el contexto psicoterapeútico, un paciente sería frecuentemente creído cuando afirma que se ve incapaz de salir de su casa porque una vez hace años le agredieron. El papel principal del terapeuta no consiste en analizar la realidad de esa agresión, más allá de la implicación que este hecho pudiera tener en el proceso terapéutico. Más aún, la mayoría de los terapeutas podrían focalizar en la experiencia subjetiva del paciente, ya que ésta es central en su intervención. En el contexto forense el objetivo sería analizar específicamente la realidad de esas agresiones. Cuando un paciente en psicoterapia dice que no recuerda unos hechos supuestamente vividos, el terapeuta frecuentemente no lo pone en duda y asume que eso es así, a menos que su cuestionamiento suponga un claro beneficio para el proceso terapeútico. Sin embargo, en ocasiones esta es la respuesta fácil de los pacientes para no abordar una experiencia traumática. Detrás de “no recuerdo” en muchos casos está “no quiero recordar” o “no quiero hablar de ello”.

Cuando se trabaja con víctimas de hechos probados como las catástrofes naturales o las guerras y se les cuestiona sobre la afirmación de no recordar, nos encontramos frecuentemente con el reconocimiento de que su verdadero problema es que desean olvidar, pero no lo consiguen (Manzanero et al., 2018). En un estudio sobre recuerdos acerca de agresiones sexuales, Porter y Birt (2001) encontraron que tienden a recordarse con mayor frecuencia que otras memorias autobiográficas, y en los pocos casos en los que encuentran que este tipo de sucesos se han olvidado (4.6% del total) se debía más a un intento deliberado de no recordar que a una memoria reprimida o disociada. En general, los recuerdos de un hecho traumático es más probable que den lugar a una memoria vívida (flashbulb memory) que a una amnesia (Hirst et al., 2015). La memoria humana procesa fundamentalmente información emocionalmente significativa. Un hecho traumático es emocionalmente significativo y autobiográficamente distintivo, lo que debería contribuir a que su recuerdo se viera priorizado por encima de otros.

Desde el punto de vista de la supervivencia no parece muy útil olvidar una experiencia traumática (aunque cause dolor hacerlo). Durante estas últimas décadas hemos podido observar cómo se han realizado intentos de suprimir las memorias traumáticas mediante distintos procedimientos (Kaas et al., 2013; Pawlak, Magarinos, Melchor, McEwen, & Strickland, 2003). El diseño de algunos de estos trabajos consiste en poner ratas en un laberinto que en una parte da descargas eléctricas cada vez que la rata pasa por allí. Después de una intervención la rata olvidaría la experiencia, lo que provoca que vuelva a recibir las descargas eléctricas. Varias cuestiones surgen de estos resultados: ¿Qué interés tiene para la rata electrocutarse una y otra vez? ¿Tienen las ratas la capacidad de recordar (memoria episódica) o solo la de aprender (memoria semántica y procedimental)?



Amnesia vs. Pobre memoria

Otro de los elementos que generan confusión en el debate sobre la amnesia disociativa es la deficiente definición de amnesia. De esta forma, se confunde la amnesia que implicaría una falta completa de recuerdo con una memoria pobre. Recordar mal no es lo mismo que no recordar. El DSM-5 contribuye a la confusión cuando en algunas patologías como el trastorno de estrés postraumático menciona la Inability to recall key features of the trauma como criterio. La reducción de recursos cognitivos por efecto de elevados niveles de activación (estrés) es una evidencia bien establecida (Yerkes & Dodson, 1908), lo que produce un estrechamiento del foco atencional (Easterbrook, 1959) y dificulta los procesos de integración en la generación de las huellas de memoria. Como resultado, las memorias de hechos traumáticos asociadas a altos niveles de ansiedad se caracterizan por ser detalladas en la información central pero tener pocos detalles periféricos (Byrne, Hyman, & Scott, 2001), aparecen frecuentemente fragmentadas y son muy sensoriales (ya que el procesamiento de la información sensorial requiere de pocos recursos cognitivos). Esta carencia de recursos cognitivos en la fase de codificación además provocaría memorias débiles ya que dificulta un procesamiento en profundidad de la información y el establecimiento de asociaciones con conocimientos y experiencias previas (Craik & Lockhart, 1972). Los déficits en los procesos de codificación dificultarían la recuperación explícita (controlada) pero podrían permitir la recuperación implícita (automática), dando lugar más probablemente a un recuerdo no deliberado o incidental que a un recuerdo deliberado (Graf & Mandler, 1984; Schacter, 1987). Precisamente este fenómeno podría ser el origen del trastorno de estrés postraumático como una patología de la memoria (Rubin, Berntsen, & Bohni, 2008). En la recuperación incidental intervienen procesos no conscientes de recuperación, de esta forma no somos capaces de identificar los indicios de recuperación que hacen accesible este recuerdo, y por lo tanto tampoco de controlarlos (Baddeley, 1990).

Otra de las características que frecuentemente se interpreta como síntoma de una disociación es la depersonalization que podría caracterizar los recuerdos de las víctimas de hechos traumáticos. Sin embargo, es una característica de las memorias autobiográficas la posibilidad de ser recuperadas desde diferentes puntos de vista, desde una perspectiva de observador (en tercera persona o como si se tratara de una película) o desde una perspectiva de campo (desde la propia perspectiva protagonista). Por lo general esta diferencia no se debe a una patología, la disociación, que es grave y poco frecuente, sino al funcionamiento normal de la memoria (D'Argembeau, Comblain, & Van der Linden, 2003; Manzanero, López, Aróztegui, & El-Astal, 2015) y al efecto de la recuperación múltiple que es típica en este tipo de recuerdos y que además caracteriza a los recuerdos más tempranos y más elaborados (Crawley & French, 2005).



Problemas para estudiar las memorias traumáticas

Ciertamente, existe controversia sobre las características de las memorias traumáticas (Brewin, 2007). Son varios los motivos que generan la gran variabilidad en los resultados encontrados. La principal causa es la muestra analizada. En ocasiones se trata de muestras clínicas, por lo tanto ya sesgadas desde el origen porque no contemplan en el estudio la población no clínica que sería mayoritaria en las víctimas adultas (Steel et al., 2009) y las infantiles (Dimitry, 2012; Manzanero et al., 2017). Por otro lado, las memorias estudiadas son difíciles de contrastar desde el punto de vista de su realidad, por ejemplo en el abuso sexual infantil. Por esta razón, se han buscado otros tipos de muestras. Como bien apuntan Patihis et al. (2019), el estudio de víctimas de guerras y de catástrofes podría aportar más información sobre las características de las memorias traumáticas, ya que resulta más sencillo establecer la realidad de la experiencia traumática. No obstante, en estas muestras no siempre resulta fácil descartar efectos no deseados de variables no controladas (daño orgánico, efectos de drogas o tratamientos farmacológicos, déficits de sueño, carencias nutricionales, etc.). Por lo general, es más probable que las memorias sobre un hecho traumático den lugar a una flashbulb memory (Hirst et al., 2015) que a una amnesia. La memoria humana procesa fundamentalmente información emocionalmente significativa. Un hecho traumático es significativo emocionalmente y muy distintivo autobiográficamente, lo que debería contribuir a que estas memorias estuvieran primadas por encima de otras.



Conclusiones

Los psicólogos no han podido confirmar claramente la existencia de amnesia disociativa. Por el contrario, se acumulan evidencias de que cuando las personas experimentan un episodio traumático lo más habitual es no olvidarlo, e incluso no poder dejar de recordarlo (Hirst et al., 2015; Manzanero et al., 2018; Porter & Birt, 2001). Esto tiene implicaciones importantes desde una perspectiva forense, porque si la amnesia disociativa no es un fenómeno confirmado, no es posible que los tribunales lo considere como tal.

Se han revisado brevemente las razones principales que explican el mantenimiento de la suposición errónea sobre la existencia de la amnesia disociativa. La primera tiene que ver con el hecho de que, en un contexto terapéutico, generalmente se acepta la amnesia disociativa, ya que el psicólogo puede admitir (total o temporalmente) que el paciente no recuerda algunos episodios debido a que ese olvido (que a veces puede implicar un deseo de no abordar ciertos problemas) no interfiere con la terapia. La mayoría de los expertos en memoria consideran que la represión de los recuerdos traumáticos no es un fenómeno plausible, ni la posibilidad de recordar eventos traumáticos en un contexto terapéutico, opiniones que no son compartidas por una gran cantidad de profesionales dedicados a la práctica, los estudiantes o el público en general (Patihis et al., 2018).

Es necesario generar una base empírica sólida que permita comprender mejor los mecanismos de memoria involucrados tanto en recordar como en olvidar recuerdos traumáticos. Después de esto, como sugieren Patihis et al. (2018), es importante investigar más sobre la naturaleza de los recuerdos traumáticos y su relación con la disociación, así como el fenómeno de los recuerdos reprimidos, con especial atención al estudio de los mecanismos psicológicos involucrados en el olvido motivado, pero también y especialmente a la inhibición de la recuperación (Catarino et al., 2015) y su relación con la emoción (Gagnepain et al., 2017).

La concepción inadecuada de la amnesia disociativa como una amnesia, en lugar de como un fenómeno derivado del funcionamiento normal de la memoria en situaciones psicológicas extremas, que implica la codificación deficiente del evento y la generación de huellas de memoria incompletas o deficientes que complican su recuperación posterior, además de la dificultad de estudiar los mecanismos traumáticos (fenómeno de baja incidencia, verificación compleja e importantes implicaciones éticas en el momento de la investigación), también contribuyen a la confusión sobre la naturaleza de la amnesia disociativa y el mantenimiento del fenómeno.

Hoy en día, diferentes países han propuesto que los delitos sexuales contra menores sean imprescriptibles y han surgido asociaciones de víctimas de abuso sexual infantil con el objetivo de descubrir este tipo de delitos "ocultos" durante décadas. Probar estos crímenes es extremadamente difícil y se aboga porque el testimonio de la víctima sea suficiente para distorsionar la presunción de inocencia y asegurar una condena (Subijana y Echeburúa, 2018). En este contexto, los expertos en memoria han denunciado algunas prácticas psicoterapéuticas iatrogénicas, "que incluyen imaginación guiada, interpretación de sueños, hipnosis, administración de amilato de sodio y "biblioterapia", en las cuales los pacientes reciben libros para leer que informan sobre la teoría de la represión masiva del abuso sexual infantil, todo diseñado para profundizar en los recuerdos de trauma supuestamente recalcitrantes” (Loftus, 2004, pp. 20). Estos procedimientos pueden generar recuerdos falsos que, junto con indicadores erróneos de abuso, pueden dar lugar a denuncias falsas, incluso cuando la intención era detectar casos "reprimidos" de abuso sexual en la infancia.

Desde un punto de vista práctico, para minimizar los casos de abuso sexual basados ​​en recuerdos falsos, se deben tener en cuenta diferentes factores: a) la edad de la víctima en el momento de los hechos, b) si se tratara de una sola ocurrencia o repetida en el tiempo, c) la duración de las agresiones, d) el tipo de agresión, e) cuándo y cómo surgió la primera revelación, f) la dinámica de la evolución del recuerdo, g) los procedimientos seguidos para obtener las declaraciones, h) si podría ser un recuerdo "reprimido" y luego recuperado, i) el número de víctimas, j) la relación entre la víctima y el agresor, k) intereses en la denuncia, l) concausas ... No es lo mismo una agresión sexual que duró años entre las edades de 8 y 17 años y que la víctima siempre recordó aunque no lo denunció (debido a vergüenza, el miedo...), que un caso en el que una persona de 35 años de edad se somete a procedimientos terapéuticos mediante los que recuerda que cuando tenía menos de 5 años, él/ella fue agredido sexualmente en una ocasión por un familiar que lo estaba cuidando. En ambos casos, las agresiones sexuales pueden haber ocurrido, pero en el segundo caso, es más probable que sea un recuerdo falso que un recuerdo recuperado.

Agradecimientos

Este trabajo es parte de proyecto de investigación financiado por Santander – Universidad Complutense de Madrid (PR75/18-21661).



Conflicto de intereses

Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.



Referencias

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[1] Traducción de: Manzanero, A. L. & Palomo, R. (2020). Dissociative amnesia beyond the evidence about the functioning of memory. Anuario de Psicología Jurídica, 30, 43-46. https://doi.org/10.5093/apj2019a14